El Umbral de los Elfos… el mundo élfico contado desde el interior

Una entrevista con Marie Johanne Croteau-Meurois realizada por Sacrée Planète

Editado por Le Passe Monde, en su lengua origunal, francesa (Canada-Francia-Suiza-Bélgica), su libro «El Umbral de los Elfos… el mundo élfico contado desde el interior» está editado en español, en alemán, en USA, en italiano y próximamente en Ruso.

Sacre Planet:Marie Johanne, hay ya mucha literatura que habla del mundo de los elfos, entonces, ¿en qué es diferente tu libro? Porque se ve que está teniendo mucho éxito.

Marie Johanne: En efecto, la literatura dedicada a este universo y a las Fuerzas invisibles de la Naturaleza, es muy abundante. Sin embargo, muy raras son las obras en forma de testimonio. ¿Por qué hablo aquí de testimonio? Porque llevo en mí la memoria precisa de una vida en este mundo… Soy consciente de que esto pueda sorprender e incluso yo misma me lo he planteado mucho antes de lanzarme a la aventura de esta «confesión». Porque si ya no es sencillo abordar en profundidad y con veracidad un tema como este, lo es menos aún, que soy protagonista y testigo presencial de un mundo que es negado por la sociedad actual.

Habitualmente los relatos dedicados a este tema, suelen ser contados por humanos que dicen ser mensajeros de los pueblos del éter. Entonces para ser muy directa, diré que es una memoria de elfo que llevo en mí, una memoria que nos remonta a principios de la civilización celta, en un tiempo donde lo sutil estaba muy cerca de lo denso y donde existían verdaderamente puertas entre los dos mundos.

Tengo que decir que la naturaleza de mi relato está muy lejos de los cuentos y leyendas que existen en la pequeña infancia y todo lo imaginario de nuestra sociedad. Es otra cosa…

Es a través de los anales akásicos, a los cuales tengo acceso desde hace tiempo (incluso antes de pueda dar un nombre a la «base de datos» que representan) traspasando esta especie de velo que separa los niveles de realidad, es como hago penetrar al lector en los miles de detalles del mundo del Éter.

Se trata, de informaciones sobre la vida del Universo Elfico, que para la inmensa mayoría jamás han sido reveladas. Mi desafío más importante ha sido el restituir el vocabulario a través de los ojos de una Elfa que ha vivido hace casi once mil años en el corazón del «Éter del aire» en la comarca que más tarde sería Irlanda.

SP. ¿Qué es lo que finalmente le ha incitado a escribir este libro? ¿Es un proyecto que tenías desde hace mucho tiempo?

MJ: Sí, este relato forma parte de mi historia, testimonia eso que llamo mi sello de alma. Pienso que hoy día estamos llegando a un punto de desacralización de todo lo que existe que es el momento de que testimonios auténticos sobre la multidimensionalidad de la vida se den a conocer. Es necesario reabrir las conciencias humanas a los mundos invisibles ya que constituyen nuestra trama. Los Elfos con los Tejedores de nuestro mundo. Son los Reflectores de una luz a través de la cual todo lo que constituye nuestra naturaleza puede manifestarse… Su universo es el molde del nuestro. Es la idea primera en su perfección.

SP: Tu libro nos adentra en un universo tan extraño para la mayoría de nosotros que nos parece imaginario. Sin embargo, nos dices, que se trata de un mundo muy real que guardas en tu memoria. Su realidad subyacente a la nuestra nos interesa mucho, pero, al mismo tiempo no intentas convencer… ¿Por qué?

MJ: Aunque lo presento bajo una forma narrativa como podría ser la de una novela, este libro no es una obra de ficción. Lo que relato es una historia auténtica. Por esta razón, es la Elfa que era en aquella época lejana quien lo cuenta… es de quien proviene y no desde una mirada exterior donde no se sabe nunca nada, como el caso de una novela. Yo soy la narradora con mi nombre de aquella época, Gwenedys. Bueno, relativamente ese nombre, tengo que decir que he intentado darle una consonancia humana pronunciable. Las sonoridades de la lengua elfica están totalmente inadaptadas a un contexto humano porque vibran mucho más rápido que las vibraciones de la tierra densa. La sonoridad del nombre Gwenedys es la que he encontrado más parecida o apropiada al «lenguaje de la Tierra».

Volviendo a la credibilidad de mi relato, no tengo otros argumentos que ofrecer que mi garantía de verdad sin buscar forzar que se me crea o no. Me gustaría poder abrir un poco más las alas interiores de los que descubran mis páginas hacia «algo» que se esconde en el corazón mismo de nuestro universo. Evidentemente, no faltarán los escépticos que hablarán de delirios o de alguna patología o cualquier cosa, pero eso tiene poca importancia. No, no estoy contando cualquier cosa. Deseo simplemente con mi testimonio invitar a viajar en conciencia hacia otros horizontes… horizontes de los que dependen nuestro mundo de tierra, se reconozca o no.

SP: ¿Puede describir este mundo elfico, el que ha sido vuestro hace millares de años?

MJ: Lo más sencillo es sin duda dejar hablar a Gwenedys, así como ella aún vive en mi… «Mi Mundo está hecho de materia y de inmateria, de Soplo del Aire y del Agua. Es una especie de reino. Contrariamente a lo que se dice, no es un mundo paralelo al de los humanos ya que es interno. Sí, porque detrás de esta tierra que nos acoge, hay otra Tierra… Mi Mundo es, en efecto, como un líquido amniótico en el cual se baña la materia densa… la que cada uno conoce y que piensa que se limita a lo que ve. Es como una especie de luz mezclada de gas, una sustancia cuádruple que se descompone de esta manera:

1-El Éter del Aire, es el de los Elfos, el mío. Lleva y comunica la esencia del Soplo como velo de vida.

2.-El Éter del fuego, concretamente el de las Salamandras. Se le llama el Éter luminoso y transmite la Flama de vida, la fuerza de todos los Pasajes.

3-El Éter del agua, viene después. Es el Universo de las Ondinas, una especie de sutil fluido reproductor que está en la base de toda siembra y que aporta también la pulsión vital.

4.-El Éter de la Tierra: aquí encontramos los Gnomos, Duendes, Trolls, con frecuencia caricaturados en los cuentos y leyendas. Se trata de un éter que se puede definir como químico, facilita la función de asimilación en el corazón de todo organismo.

Estos cuatro elementos que constituyen el Universo etérico se interpenetran permanentemente y sirven de base a la Materia densa de eso que se llama «La Tierra del Exterior»

SP: ¿Podría situar el mundo elfico en una especie de jerarquía de lo invisible?

MJ: La palabra jerarquía posiblemente no es la más adecuada, en la medida en que todos los elementos de lo que constituye la trama sutil del mundo visible están íntimamente vinculados y son complementarios. Sin embargo, si aceptamos este término por su parte práctica, una especie de jerarquía espontánea se establece en lo sutil en función de las diferentes capacidades de cada expresión de vida en la transmisión de la Luz de lo Sagrado, es decir, del Divino.

Si nos remitimos ahora más específicamente al Universo Elfico, encontramos Grandes Consejos, pero no de Gobernantes como tal. Es la perfectibilidad o la especialización de las capacidades de cada Elfo lo que le proporciona un papel específico más que otro.

¿Podemos hablar de espiritualidad en el Universo Elfico? Verdaderamente no en el sentido en el que lo entendemos en la Tierra de los hombres. El concepto de Dios, por ejemplo, es extraño por la manera en que lo abordan los humanos. Los Elfos, de diferentes niveles, están más bien en contacto con los Arcángeles «Los Grandes Luminosos». Es a ellos a los que se refieren, pero no como Dioses, sino como formas más evolucionadas de vida sobre las que no se hacen preguntas. Lo que se busca es la armonía y todo se hace sistemáticamente en función de ella.

Los jefes del Gran consejo son los que garantizan la solidez y la permanencia de su mundo en una zona vibratoria dada. En mi testimonio, se trata de la comarca de Tellendrach, trama etérica o pre-forma de lo que luego fue Irlanda.

Me ha parecido importante en mi obra representar un esquema relativo a otros tipos de jerarquías que rinden cuentas, por un posicionamiento práctico, en múltiples esferas de la Conciencia.

SP: ¿Y el espacio-Tiempo en el que fue vuestro mundo, el de Gwenedys? ¿Es idéntico al nuestro?

MJ: La percepción del tiempo para los Elfos es totalmente diferente al de los humanos. El tiempo que pasa no desgasta sus cuerpos, simplemente hace avanzar, mutar todo lo que es… Los Elfos no envejecen y tienen siempre la misma apariencia, son de una belleza y una juventud que no se marchitan, solo su alma envejece… en el sentido de que «madura», es decir, gana en experiencia y sabiduría. ¿Podemos hablar entonces de una posible evolución? La respuesta es compleja, porque el Elfo está muy formateado en su comportamiento y en las tareas que cumplen para un bien común. No obstante, inevitablemente, hay en él un «grano» de perfectibilidad del que no es consciente necesariamente. Pero si reflexionamos sobre esto… muchos humanos analógicamente están igual. El miedo a lo desconocido… Por otro lado, no hay días ni noches en el mundo del Éter sino luminosidades diferentes a través de las cuales la Naturaleza progresa y obra según sus estaciones. No se impone más la luna que el Sol simplemente son cambios de intensidad y de tonalidad luminosa. Un año elfico, si empleamos referencias humanas, se compone de 28 «semanas» porque el Éter se renueva según ciclos de 28 secuencias vibratorias. Podríamos decir, por ejemplo, que un año elfico equivale más o menos a 100 años «humanos».

SP: Hemos visto que vuestro relato está centrado en la historia de una Elfa que se llama Gwenedys. Esta Elfa, empujada por un «grano» de evolución o de perfectibilidad, como el que habéis nombrado ahora, desea dejar su mundo para explorar la región humana… lo que sembrará la disidencia entre los suyos. El tema recurrente de su relato es la audacia. ¿por qué esta noción de audacia es tan importante?

MJ:¿Por qué la audacia? Porque la audacia es siempre portadora de Luz en el sentido en que genera movimiento, que es la fuente de toda evolución posible. Es con la audacia con la que rompemos el círculo vicioso que nos hace sistemáticamente reproducir los mismos esquemas… para al fin osar avanzar, subir en conciencia. La audacia, es un deseo de Sol que florece dentro de nosotros. Es a lo que el Cristo nos invitaba hace de 2000 años… ¡Osar! Y esta audacia Crística a la que yo hago referencia en mi libro y también por la que trabajo hoy día en mi propia vida y en mi compromiso público actual. Se trata de una audacia que habla del femenino sagrado. Este famoso Femenino Sagrado muy «de moda» actualmente y desgraciadamente a menudo desvalorizado, deformado, en detrimento de lo que hay de respetable también en cada hombre… No hablo de un «femenino» que se posiciona contra un «masculino» en su aspecto «de macho» y por tanto guerrero sino más bien de ese «Femenino dulce» que invita a un equilibrio justo en el Masculino… y viceversa. Hablo de un Femenino como lo evoca Daniel Meurois en su libro, muy vanguardista, «Visiones Esenias» ya en el año 1996.

Le cito:

«La iniciación por el fuego femenino porta la ley de la verdadera transformación, porque la paz hacia la que hace avanzar, sobresalto tras sobresalto, no tiene nada que ver con la tregua. La tregua es un principio masculino. Un principio guerrero que hace marchar al soldado siempre sobre el mismo sitio. El soldado tanto como hombre o como mujer, ejecuta esa marcha siempre en el mismo lugar. Pisotea y comprime la tierra en lugar de airearla. La virtud femenina que ni siquiera roza el corazón masculino es semejante a una flecha de oro que falla su objetivo. Así, mientras el fuego Femenino no sea deseado por la conciencia del hombre, este último siempre estará huérfano de la mitad de si mismo.»

SP: Parece, Marie Johanne, que más allá de la historia misma, bastante envolvente según las declaraciones de numerosos lectores, se puede ver El Umbral de los Elfos como una alegoría que habla de la transformación de las conciencias. ¿Es así?

MJ: Sí es cierto, la transformación de Gwenedys llama a la transformación de todas las conciencias porque hace moverse ahí dentro todo lo que se estanca y nos hace sufrir más y más. Gwenedys, se convierte también en un símbolo porque la posición extrema en la que se coloca nos invita a no someternos nunca, a no plegarnos jamás ante una fatalidad. Ella rechaza la tibieza.

De una manera más amplia, viene a hacernos pensar en la Tierra de otra manera, la Vida de otra manera… amar de otra manera, con otros parámetros. ¿Cómo? Por este coraje, esta voluntad, esta audacia que ha demostrado pasando esta gran puerta hacía una metamorfosis más … la nos espera a todos sin excepción en este mundo de Tierra. La transformación de la conciencia a la cual aspira es casi Arquetipal en la medida en la que evoca una llamada a lo que, cíclicamente, necesita mover en nosotros al acercarnos a todo cambio de ciclo, ya sea individual o colectivo… incluso si nos negamos a verlo.

SP: ¿Es un tema que le importa muchísimo?

MJ: Absolutamente ¡y más que nunca! Hoy día, estamos llamados con urgencia a cambiar de «molde» vibratorio. En esta época de transición ¿Cómo no ver lo que nos llama si nos quedamos apáticos y sumisos? A partir del momento que tomamos conciencia de que los parámetros fundamentales de nuestra relación con el mundo, con los otros y por consecuencia con nosotros mismos, deben cambiar rápidamente, debemos convertirnos en faros sobre esta Tierra, «desbrozadores» de caminos para ayudar al corazón de los hombres a crecer. Lo primero que es necesario modificar en nosotros, es nuestro propio nivel de conciencia y el resto llegará… ¡Es necesario absolutamente quebrar nuestro yugo de egoísmo de una vez por todas!

SP: La relación con la naturaleza, su aspecto sagrado está presente igualmente en cada página de vuestro libro. La forma en la que la abordáis resuena particularmente hoy mientras que la contaminación y el no respeto por el medio ambiente son uno de los temas más importantes que preocupan mundialmente. Sin embargo, va más lejos que una llamada básica al orden ecológico describiendo la vida sutil de la Naturaleza con una N mayúsculas. ¿Puede hablarnos de este aspecto sagrado?

MJ: En El Umbral de los Elfos, la naturaleza elfica está totalmente omnipresente con el color de cada una de sus estaciones, sus luces vivientes y vibrantes, y en fin su estructura energética subyacente que es un personaje por sí mismo, una Presencia verdadera que embebe y ordena todo, de la misma forma que los Grandes Luminosos. El tiempo propio de este mundo es parte también de sus características. Incluso constituyen uno de los parámetros mayores del relato, así como el motor de su conclusión que, se sobre entiende, es una forma de eternidad que puede aproximarse de forma diferente en función de la elevación de la conciencia del que la contemple.

SP: La relación con el Divino igualmente es puesta en evidencia. Nos ha podido hablar de ello, pero ¿está totalmente fuera de concepto o fuera de creencias? ¿Cómo lo describe en el Universo elfico?

MJ: El alma elfica tiene a la vez alma animal y alma humana y por ello tiene la posibilidad de expresar todo lo que tienen cada una de ellas de espontáneo, es decir, lo que está más acorde con la raíz de la vida. Es una especie de matrimonio armonioso y ligero entre las dos almas, sin embargo, son fundamentalmente amorales, sin ninguna otra intención que la de sostener y prolongar el Soplo sagrado de la Vida. Ninguna religión, ningún dogma… justo lo que se vive permanente de una necesidad de servicio a la Onda de donde todo provienen.

El concepto de Dios, tal como se habla entre los humanos, no tiene ningún sentido entre los Elfos. El elfo no tiene necesidad de conceptos. Él se sabe, se siente en una Luz sagrada que le alimenta, le motiva y le hace «Ser» ¡y eso es suficiente!

SP: Según vuestro testimonio, parece que, a pesar de todo, hubiera un lazo entre el mundo elfico, el lado sutil global de la naturaleza y el mundo humano. ¿Cuál es el estado en el que se encuentra actualmente?

MJ: La naturaleza está enferma por lo que el hombre ha hecho en su total libre-albedrio. Gwenedys, la Elfa de mi relato, dice así: «Nosotros los elfos, somos los tejedores de la Tierra. Todo lo que vive en vuestro mundo vegetal, nosotros lo hemos pensado en nuestro mundo y realizado en su perfección inicial. Por desgracia, cuando la Fuerza de Vida nos permite soltar «deslizar» nuestras creaciones hacia vuestro mundo terrestre… vuestras vibraciones, vuestra seriedad, vuestra densidad les afecta y les hacen perder su estado de Gracia original»

Actualmente los elfos, así como las otras presencias sutiles de la Naturaleza intentan siempre desplegar una gran actividad allí donde la Materia sufre, allí donde una planta, un árbol, incluso una roca, están enfermos… pero ellos no pueden obrar milagros. Cuando ya no hay nada más que puedan hacer, se retiran de la zona enferma por estar demasiado contaminada por el comportamiento de los hombres. Los Elfos se están retirando cada vez de más zonas geográficas de la tierra debido a la actividad destructiva de la población humana. Las nociones de colaboración y de creación colectiva son una prioridad para el mundo elfico porque el Principio de Unidad de Todo, para ellos es evidente y no opcional. En esto, ¡los hombres tendrían que aprender mucho!

SP: ¿Qué podemos hacer?

MJ: Cambiar la actitud, concienciarnos cada uno de nosotros, porque nos concierne a todos, el hecho de que destruimos la vida de la tierra, una tierra que es nuestro hábitat, que nos provee, nos nutre, nos alienta y representa nuestra supervivencia… Por eso, nos incumbe sostener activamente los movimientos de denuncia de los que contaminan y destruyen nuestro planeta.

En cuanto a un plano más sutil… debemos, sin tardar, retomar de nuevo los lazos con los Espíritus de la Naturaleza. Invitarlos a nuestra casa, agradecerles, honrarlos reservándoles un lugar en el jardín, del bosque, justo para ellos, donde no entraremos, esto es justo lo que se hacía en otros tiempos. Crear un espacio sagrado con los árboles, arbustos y flores para que puedan manifestarse y reintegrar poco a poco las zonas enfermas… Hacer todo para que vuelvan a confiar en nosotros, porque han perdido la fe en nosotros. Hacer todo también, con el fin de que integren en ellos el hecho de que existe en este momento un gran viento de cambio proclamado por numerosos humanos, la voluntad de un mundo mejor porque respetará una Unión necesaria de la multiplicidad vibratoria. En definitiva, incitar a los Seres de la Naturaleza a ayudarnos en nuestra reconstrucción natural. Es finalmente el movimiento inverso del relato del hada que pide transformar nuestra realidad. Debemos, los que estamos en el «Mundo del Exterior», mostrar al Pueblo Elfico que merecemos la pena el ser ayudados.

Si aceptamos su existencia, si tomamos tiempo para escucharlos en los murmullos de la Naturaleza, les damos las gracias, entonces les volveremos a ver porque, en efecto, ellos siempre están ahí.

SP: Una pregunta sin duda algo curiosa…. ¿Puede volver a ser Elfo cuando se ha convertido en humano? ¿es difícil?

MJ: ¡No hay retorno posible hacia el reino Elfico! Yo he pasado ese Umbral hace once millones de años y después otro Umbral hace dos mil años para integrar mejor y habitar «mi carne humana» y su densidad, esto ayudada por el Cristo investido por la energía del Arcángel Michael* sí, hay días en los que querría no haber salido de mi Mundo… Pero, hay trabajo sobre la tierra, en la densidad… y es esta dirección la que mi alma ha dado prioridad para avanzar… para amar mejor y ayudar más y más…

*Ver el relato de Marie Salomé (Shlomit) en el «Testamente de las Tres Marías» de Daniel Merurois.

Marie Johanne Croteau-Meurois :
www.intus-solaris.com
www.danielmeurois.com
Lien d’entrevue vidéo sur Le Portail des Elfes :https://youtu.be/S1BHa15ACZk

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